¡Paz de Jesús!
En el rezo del Ángeluz, en la despedida del Papa, ha dejado este mensaje para todos nosotros: "No defraudéis a Cristo"
Queridos amigos,
Ahora vais a regresar a vuestros lugares de residencia habitual. Vuestros
amigos querrán saber qué es lo que ha cambiado en vosotros después de haber
estado en esta noble Villa con el Papa y cientos de miles de jóvenes de todo el
orbe: ¿Qué vais a decirles? Os invito a que deis un audaz testimonio de vida
cristiana ante los demás. Así seréis fermento de nuevos cristianos y haréis que
la Iglesia despunte con pujanza en el corazón de muchos.
¡Cuánto he pensado en estos días en aquellos jóvenes que aguardan vuestro
regreso! Transmitidles mi afecto, en particular a los más desfavorecidos, y
también a vuestras familias y a las comunidades de vida cristiana a las que
pertenecéis.
No puedo dejar de confesaros que estoy realmente impresionado por el número
tan significativo de Obispos y sacerdotes presentes en esta Jornada. A todos
ellos doy las gracias muy desde el fondo del alma, animándolos al mismo tiempo
a seguir cultivando la pastoral juvenil con entusiasmo y dedicación.
Saludo con afecto al Señor Arzobispo castrense y agradezco vivamente al
Ejército del Aire el haber cedido con tanta generosidad la Base Aérea de Cuatro
Vientos, precisamente en el centenario de la creación de la aviación militar
española. Pongo a todos los que la integran y a sus familias bajo el materno
amparo de María Santísima, en su advocación de Nuestra Señora de Loreto.
Asimismo, y al conmemorarse ayer el tercer aniversario del grave accidente
aéreo ocurrido en el aeropuerto de Barajas, que ocasionó numerosas víctimas y
heridos, deseo hacer llegar mi cercanía espiritual y mi afecto entrañable a
todos los afectados por ese lamentable suceso, así como a los familiares de los
fallecidos, cuyas almas encomendamos a la misericordia de Dios.
Me complace anunciar ahora que la sede de la próxima Jornada Mundial de la
Juventud, en el dos mil trece, será Río de Janeiro. Pidamos al Señor ya desde
este instante que asista con su fuerza a cuantos han de ponerla en marcha y
allane el camino a los jóvenes de todo el mundo para que puedan reunirse
nuevamente con el Papa en esa bella ciudad brasileña.
Queridos amigos, antes de despedirnos, y a la vez que los jóvenes de España
entregan a los de Brasil la cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud, como
Sucesor de Pedro, confío a todos los aquí presentes este gran cometido: Llevad
el conocimiento y el amor de Cristo por todo el mundo. Él quiere que seáis sus
apóstoles en el siglo veintiuno y los mensajeros de su alegría. ¡No lo
defraudéis! Muchas gracias.
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